wolaas :D soy una vieja (XD) miembro activo de este grupo :) jeje mi primera historia fue la de Blanco y Negro, pero como esta no me inspira más descidi empezar con una nueva. Cambio de foro cambio de historia! :D jeje espero que os guste ^^
*nota: actualmente vivo es España asi que si hay alguna expresion que no os suene me avisan y ya :) quiero que sea una historia lo mas internacional posible xdd
Prólogo
- Spoiler:
-Mucho tiempo atrás vivió un hombre, cuyo nombre se fue distorsionando con el paso de los siglos. Hasta hoy lo seguimos llamando Ignarus por aquella inconsciencia que bien sabes hizo. Ignarus era un hombre apuesto de cabellos negros y ojos rojos, de alto rango, el hijo del viejo gran padre de la familia del fuego, y su sucesor. Sólo debía casarse y tendría todo el poder del reino en sus manos. Su padre mandó guerreros y mensajeros en busca de una princesa que consiguiera tener las cualidades necesarias de una emperatriz, una princesa digna de él. Pero tras años y años de búsqueda, el príncipe empezaba a impacientarse. Un día decidió no esperar más, las ansias de poder le llenaban la mente y quería casarse rápido con la primera doncella que encontrase, así que se escapó de su palacio al anochecer y cabalgó toda la noche en busca de su futura reina.
≫Tras varios meses de búsqueda, se encontraba cansado y perdido en una tierra cuyo nombre desconocía. Sediento, decidió ir a beber agua de un riachuelo y al probar de sus aguas cayó desmayado sobre estas. Entonces fue cuando ella llegó, aquella a la que ahora conocemos como Mater Daemonum, había visto como el príncipe bebía de aquel arroyo maldito, conocido por envenenar de muerte a aquellos que bebiesen de él. Se lo llevó a su casa y lo curó con hierbas mágicas. Cuando el príncipe despertó quedó completamente enamorado de su belleza. Aquella chica era joven, esbelta, su cabello era tan largo que le llegaba por debajo de la cintura y este era más dorado que los rayos del sol. Cuando la chica le miró a los ojos, ya no había escapatoria para ninguno. Aquellos ojos azules engatusaron completamente a Ignarus y le hicieron olvidar quien era, donde estaba y qué estaba buscando. La chica también perdió la consciencia al mirarle a los ojos, y esa misma noche su pasión de desbordó hasta los límites de lo posible.
≫A la mañana siguiente, ambos se encontraron abrazados, desnudos y completamente enamorados. Al menos hasta que alguien abrió la puerta bruscamente y los vio. Una vez recuperada la consciencia a los amantes les entró el pánico. Fueron llevados delante del padre de la chica y que sorpresa se llevó Ignarus cuando descubrió que se encontraba en la reino del agua, y que aquella princesa de pelo dorado era la hija de su gobernante. El rey del agua enloqueció de ira y convocó al padre de Ignarus, ya que ambos habían hecho una abominación, un desprecio hacia sus clanes y hacia sus familias. Pero todo se vino abajo cuando, poco después, se descubrió que la princesa guardaba en su vientre el fruto de la discordia.
≫Los señores del fuego querían matar a la chica, antes de que el hijo naciera, mientras que los del agua optaban por ahorcar al príncipe y luego quemar al bebé. Pero entre tantas disputas, no se daban cuenta de como el feto crecía y crecía a una velocidad completamente anormal, y para cuando hubo nacido, no había salvación para ninguno de ellos.
-¿Entonces que pasó? -preguntó su hermana pequeña mientras le tiraba de la camisa - ¿El príncipe y la princesa se escaparon con el bebé? ¿Lograron encontrarlos?¿Este llegó a ser un gran caballero que trajo la paz a los cuatro reinos?
-Naari, Naari... -dijo su hermano soltando un suspiro- Creo que ya tienes la edad suficiente como para saber que los cuentos son solo cuentos, y que no siempre tienen un final feliz.
-¿Pero como acaba esteee? -continuó su hermana decidida
-Aix... mamá y papá se enfadarían conmigo si se enterasen de que te cuento estas historias.
-Cuéntamelo cuéntamelo cuéntameloooooo
-¡DE ACUERDO! -gritó ya un poco molesto- Al final de la historia... -miró detrás de su hermana y vio a la figura de su padre que lo miraba con el entrecejo fruncido- esto... al final el príncipe y la princesa lograron escapar de sus perseguidores y vivieron aislados en una isla hasta que se hicieron viejos y fin.
El chico miró a su hermana que no parecía nada complacida con el final del cuento, y luego vio a su padre que ahora lo miraba con un gesto de aprobación. Se dio media vuelta y corrió hasta el jardín para que su hermanita no lo alcanzase ni le hiciese más preguntas. Una vez en él y con el corazón a cien, susurró bajito el verdadero final del cuento, como si tuviese miedo de dejarlo inacabado.
-Al final de la historia, el hijo nacido de la abominación los mata a todos con sus ojos endiablados, crece, muere, crece y muere, y hasta el fin de nuestros días, Rivattu Silmat. -después de susurrar las palabras escupió en el suelo y siguió con su día, buscando a alguno de sus amigos para jugar.
Capítulo 1
- Spoiler:
- El sol se elevaba lentamente en el horizonte iluminando el paisaje. La tierra era árida y seca, con a penas unos cuantos árboles casi grises de vegetación. Las casas con forma redondeada estaban hechas de arcilla, madera y cristal, dándole a la ciudad un aspecto particular. Con la salida del sol, todo cobró vida. Los aldeanos empezaron a montar sus puestos de fruta y pescado que habían obtenido por la mañana y los niños empezaban a salir de sus casas corriendo para llegar al centro de estudios. Liek salió muy rápido casi sin despedirse de su madre por la puerta de roble que daba a unos escalones. Los bajó rápidamente y por el camino se encontró a Olive, uno de sus amigos. Su brillante pelo castallo oscuro ondeba al viento mientras corría.
- Hoy.... ¿hoy es el gran día verdad? –le preguntó su amigo entrecortadamente mientras intentaba seguir su ritmo
- Si..... Bueno en realidad es pasado mañana, pero intenta no hablar o llegaremos tarde –le respondió Liek sin prestarle demaciada atención.
Poco tiempo después ya habían llegado al enorme edificio marrón. Tenía forma circular y allí acudían todos los niños y niñas de la ciudad para aprender a leer, escribir y calcular. A Liek le gustaba ir sobretodo por las horas de descanso, en las que se divertía luchando contra sus compañeros. Entraron corriendo en la clase y el profesor les hechó una reprimenda. La clase estaba formada por chicos de varias edades, la mayoria de ellos entre los diez y once años. Liek tenía once y Olive diez. Al finalizar la clase, todos los alumnos salieron emocionados al patio, todos menos Liek, que se había detenido al ver cómo el profesor le llamaba.
- Liek Poika... –suspiró su profesor mientras lo miraba- este miércoles cumples doce años ¿Verdad?
- Si... –ya sabía lo que iba a venir a continuación
- Eres el mejor alumno de la clase, es algo que no había tenido ocasión de decirte... muy inteligente... –los ojos marrón oscuro del profesor parecieron perderse mirando hacía un lado- Liek –lo miró de nuevo fijamente mientras le agarraba por ambos brazos- La inteligencia y la astucia son dones pero también son peligrosos... Debes aprender que a veces hay que... –no podía acabar la frase.
- Hay que...¿qué? –preguntó desconcertado
- No... No importa muchacho... Sólo quería desearte buena suerte ya que mañana ya no nos veremos...
- Si, es cierto –le contestó el niño dándose cuenta al fin de que ese sería el último día en el que vería a su profesor –muchas gracias por todo Aly...
Alumno y profesor se dieron un abrazo y inmediatamente este lo soltó para que pudiera disfrutar de su patio. Antes de que saliera por la puerta le gritó:
- ¡No te olvides de tu juramento! ¡O creerán que he sido un mal maestro!
- ¡Descuida! Nunca podría olvidarlo.
En el patio todos los niños estaban ya jugando, al acercarse Liek a su grupo de amigos todos dejaron de hablar por un instante.
- ¡Liek! ¿Estás emocionado? ¿Es el miércoles verdad?
- Si... pero.. –intentó responder
- ¡Se dicen cosas maravillosas de esa ceremonia! –empezó Mili, una de las niñas más soñadoras- ¡La fiesta de los doce es muy especial! ¡Incluso se organizará una semana de fiesta para ti!
- Si... aunque –volvió a intentar hablar
- Podrás ir por fin al otro lado... ¡Con los chicos mayores! –dijo su amigo Devon, aunque al ver la cara de Liek se contuvo.
- Si... iré con los chicos mayores, lejos de vosotros, y nunca más os podré ver.
Todos se quedaron en silencio. Se les había olvidado por completo. Cuando un niño cumplía los doce años, se hacía una ceremonia en su honor a la cual solo acudían sus padres y los miembros del consejo de la ciudad. Después de la ceremonia se establecía un periodo de una semana para celebrar su mayoría de edad y después de eso... Tendría que marcharse con su padre fuera de la ciudad para acudir a las clases de alto rango junto con los demás. O al menos, eso era lo que los profesores les enseñaban, ya que nunca ninguno de los chicos que habían cumplido doce años había vuelto para contar su historia. El día antes de la ceremonia al niño se le permitía saltarse las clases y disfrutarlo con sus amigos y su família, y aquel día para Liek iba a ser mañana.
- No te preocupes... –intentó consolarlo Olive –yo cumpliré los doce dentro de tres meses, y entonces me reuniré contigo.
- Tienes razón –logró responderle con una sonrisa de medio lado en los labios. Sabía que tres meses era mucho tiempo y que puede que no se encontraran en aquel sitio al que él se dirigía.
El día le pareció demaciado corto, para cuando se hubo dado cuenta ya era de noche y Naara le pedía incalmable que le leyese un cuento para dormir. Era su hermana pequeña, tenía ocho años, el pelo muy corto y liso de color negro como su madre y los ojos marrón oscuro como su padre y como él.
- Hoy no tengo animos Naari...
- Pero, perooo sólo me duermo cuando me cuentas un cuentoo
Los ojos llorosos de su hermana lo enternecieron. Pensó en cuantas noches le había leido cuentos y cuantas noches le quedarían... puede que solo esta y la siguiente. Descidido sacó el libro de cuentos y en menos de media hora Naara se encontraba dormida sobre sus piernas. Su padre entró por la puerta y los observó durante un rato.
- Poika... –así era como lo llamaba su padre, ya que él también se llamaba Liek por tradición familiar y poika era el término que se utilizaba para niño –ya es hora de ir a dormir hijo... mañana es..
- Si, papá... lo sé.
Su padre levantó a su hermana dulcemente y la llevó a su cuarto. Luego volvió para asegurarse de que su hijo también estaba durmiendo. Odiaba mentirle a su familia, pero en ocasiones era su deber hacerlo.
A la mañana siguiente, su padre lo despertó suavemente moviéndole el brazo. Cuando Liej estuvo despierto y vestido con su traje de cuero marrón, se dirijió a él.
- Hijo, ¿Te sabes el juramento que debes decirle a los jueces?
- Si...
- Pués practícalo durante el camino..
- ¿Camino a dónde? –le preguntó completamente confuso.
- La ceremonia comenzará esta tarde, vamos a llevarte para que te vistan
No podía creelo. ¡Su cumpleaños no iba a ser el día siguiente, y no este! Indignado fue repitiendo el juramento sin parar, su padre no tuvo que corregirlo ni una vez. Fueron al sastre donde le sacaron medidas y le retocaron un traje de algodón de color negro con rayos rojos que surgían a la altura de la cintura con forma de llamas. Cada vez que Liek paraba de recitar el juramento, su padre lo golpeabla cariñosamente en el hombro para que continuase. Antes de que se diese cuenta el Sol estaba casi completamente vacío.
- No me despedí de mis amigos...
- Y ¿Por qué tendrías que despedirte de ellos? No te irás para siempre... –aunque tras la voz de su padre se notaba un cierto tono de tristeza.
- ¿Y Naari?
- Ella estará en la ceremonia –mintió –junto con tu madre.
- De acuerdo...
Después de haber acabado todas las tareas del día, se dirigieron al centro de la ciudad, donde se encontraba un amplio edificio pintado de negro con letras doradas en la puerta que ponían “Consejo del pueblo”. Liek tenía miedo, y su padre lo sabía. Además era la primera vez que entraba en aquel edificio, ya que a los niños se les prohibía entrar. “Pero ya no seré un niño” pensó Liek. “A partir de mañana...no, a partir de este momento seré un hombre” fue lo último que pensó mientras entraba por la puerta sumergiéndose en la oscuridad. Se llevó una gran decepción al entrar. No habían muebles, ni cuadros, ni nada. Solo unas escaleras que llevaban a un profundo sótano. Camino al lado de su padre durante mucho rato siguiendo las luces de las antorchas que iluminaban el pasillo. Caminaron y caminaron hasta que Liek llegó a preguntarse si todo lo que estaba viviendo no era más que una simple pesadilla. Pero no lo era. Al cabo de una hora llegaron a una enorme sala circular iluminada por algo muy brillante que Liek tardó en reconocer. Era magma, ¡Estaban al pie de un volcán! Eso explicaba el aumento de las temperaturas, algo que por querer demostrar valía no había comentado. Dentro de la sala había once figuras formando un círculo embueltas en capas negras con símbolos rojos muy parecidos a los que él llevaba puestos en su ropa. Su padre lo condujo al centro de la sala y le susurró a la oreja:
- No tengas miedo... todo saldrá bien
Liek tenía miedo. Recito el juramento que tanto había practicado, de forma que le salió tan natural como si de respirar se tratase. No reconocía a ninguna de las figuras que lo observaban, pero algo era seguro. Su hermanita no estaba entre ellos.
- Liek hijo de Liek... de la casa Rubrum. –hablaba uno de los encapuchados, era un hombre mayor –Has prestado tu juramento ante el consejo del pueblo, ahora cómo última fase de la ceremonia debes beber del cáliz de la eterna juventud, el cáliz que simbolizará tu completa transformación de niño a hombre...
Dicho esto, otra de las figuras se acercó hasta él con una copa de oro entre las manos. Al acercarse pudo ver su cara con claridad. Era su madre.
- Mam... –susurró –pero esta hizo un gesto para que se callara y le ofreció la copa.
Liek la cogió y observó el interior de esta. Algo no andaba bien. La olió. Definitivamente algo no marchaba bien. Miró un poco asustado a su padre.
- Padre... No puedo beber de esta copa... Está envenenada...
- Hijo... –dijo su padre dulcemente mientras se acercaba a él y se arrodillaba a su altura –Eres demaciado listo. Lamento que haya tenido que ser de esta forma.
Y esas fueron las últimas palabras de su padre, antes de sacar de su bolsillo una daga de plata y cortarle el cuello a Liek. La sangre empezó a manar de su cuello con rapidez, mientras sus asustados ojos marrón oscuro lloraban preso del pánico. La copa calló al suelo y el líquido que llevaba en su interior se derramó, sacando un extraño humo. Liek cayó de rodillas sin dejar de mirar fijamente a su padre mientras intentaba frenar la sangre que brotaba de su cuello, pero en vano, era demaciada. Segundos antes de morir, lo último que oyó Liek, fue el llanto de su madre y el “Lo siento” de su padre que seguía teniendo el mismo tono triste que el del principio del día.
espero vuestras críticas y opiniones :D intentaré subir un capítulo cada tres dias o cada semana
( eso último no me lo creo ni yo)
Última edición por Misakichan95 el Mar Feb 07, 2012 4:23 pm, editado 1 vez